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Catandur

Respeto a los grandes

 

El otro día acudí a Jerez a un concierto de Bob Dylan, el mito viviente del folk, que revolucionó el rock americano junto a su grupo –The Band- y enfrentándose a otro mito vivo, pero menos conocido, como fue Neil Young y su banda Crazy Horse. Para alguien como yo, que lleva en su mp4 a Aretha Franklin, Louis Armstrong y, por supuesto a Neil y a Bob, esa noche debía ser mágica.

Y lo fue, Bob Dylan llenó el escenario con solo cinco músicos, su voz rota y sus letras indescriptibles. Música con mayúsculas. Espectáculo en estado puro. Como solo los Bob pueden hacerlo. Si el actor secundario Bob es capaz de eclipsar al propio Homer Simpson, Bob Dylan es capaz de eclipsar sus limitaciones. Se me pusieron los pelos de punta al escuchar su voz en algunas de las melodías publicadas por The Band.

Pero también se me pusieron los pelos de punta con la falta de respeto de algunos de los presentes. Es normal que haya ruido, que la gente grite y coree las canciones –si el gran Bob te deja, cosa que no suele-, pero lo que no es normal es la conversación sobre los tíos que les esperaban en la calle de las dos muchachas de atrás. Ya han leído ustedes en que mundo me he criado: colegios elitistas, urbanizaciones de lujo, ... pues en mi vida he visto a dos pijas como

 

esas. Además, parecía que les molestaba que el “viejuno” cantará, porque insistían en sus conversaciones, gritando para dejarse oír por encima de Its allright ma. Y yo no podía dejar de preguntarme que hacían ellas allí. Para que pagar una entrada si no quieres escuchar y, me juego el cuello, ni siquiera sabes quién es aquel que está cantando......

 

Lo cierto es que termine el concierto soñando con que el actor secundario Bob salía de los vomitorios de Chapin para apuñalar a las dos pijas como si de las tías Pati y Selma se tratará. Pero no, las pijas siguieron allí y yo terminé el concierto extasiado por lo visto -pese a no ser el mejor momento del maestro- y el racional odio a esas personas que no respetan los momentos de los demás y, sobre todo, no respetan a los grandes.

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